Cat-sitter en Montevideo

Este verano austral he vuelto a mi oficio de cuidadora de gatos, gracias a mi colega Matilda Jaureguy, de Engatusarte. Estos fueron mis queridos primeros "clientes" uruguayos.

Dos niñas lindas: Clara y Tina

Un encantador ejemplo de gatitas muy queridas, cuidadas y protegidas lo que termina implicando un comportamiento tranquilo y confiado en los felinos. Pero, aunque ambas comparten la buena onda y atmósfera placentera de la casa, sus personalidades son bien distintas. 

Clara es juguetona, comilona, tierna y demandante de afecto constantemente. 

Hola, soy Clarita ¿A que soy bonita?

Tina -por el contrario- es retraída, distante y temerosa del contacto humano, aunque tremendamente apegada a su madre hasta el extremo -según ella me contaba- que dejó de comer durante días cuando la dejó en un hotel para gatos en otra ocasión. Conmigo comió, me aseguré como si me fuera la vida en ello. 

Si me pones el plato en la silla, hago sentadillas

Se portaron divino y estuvimos encantadas los cuatro días que pasamos juntas. 

Cuatro gatetes, unos visibles y otros no: Syrah, Brunello, Thor y Chiqui

Cuatro gatitos recogidos de la calle viviendo en amor y compañía. El mayor, Syrah es un amoroso machito blanco y negro, sociable y tierno encantado de recibir bellas palabras y suaves caricias, todo el tiempo pegado a mí como una prótesis blanda y cariñosa. 

Si no me acaricias, te tiro los tiestos

Los otros tres son fruto de la misma camada: Brunello, un atigrado marrón-gris ronroneante, de mirada cariñosa y vocecita casi imperceptible que me robó el corazón. Cada vez que abría la puerta, su cabecita mimosa me recibía con una alegre sinceridad, muy conmovedora. 

 

Tengo nombre italiano pero soy bien uruguayo

Y en el anonimato, los dos invisibles: Thor, un atigrado pelirrojo de pelo largo al que sólo vi el primer día cuando bajó a comer, resbaló en el suelo fregado, se asustó y no reapareció en los seis días que duró mi sitting. 

Y Chiqui, una tricolor café timidísima y miedosa hasta la fobia que sólo se dejó ver fugazmente en dos ocasiones. Lo justo para darme fe de vida.

Todos a la mesa: al centro, los tímidos; los valientes a los costados

Unos pibitos (Syrah tiene unos cuatro años y los trillizos andan por los dos y medio) felices y afortunados. No hay más que ver con qué envidia les miran los gatitos callejeros que corren por sus tejados.

El salto generacional: Cattita y Frodo

Los cuidé casi dos meses, prácticamente todo el verano, porque su madre-no-biológica estaba trabajando fuera de Montevideo. 

Frodo, el león de La Comarca -como me gusta llamarlo-, es un abu de 15 años que luce melena de gran felino veterano, unos ojazos verde oliva en los que se intuye un asomo de cataratas y unos andares entre rencos y quijotescos que me hipnotizaban como el péndulo de Foucault. 

Con 15 años, sigo siendo el rey. Con anillo o sin él

Me costó ganarme su confianza. El primer día cuando me acerqué a acariciarle me bufó, advirtiéndome que era un tipo difícil. Lo respeté. Unas cuantas semanas después tuve que aplicarle un remedio cutáneo por detrás de las orejas y sorprendentemente me dejó hacer: eso nos unió más que la oreja de Van Gogh. De hecho, parecía ansioso al verme con el mejunje en la mano... de santa.

Allá viene ella con el algodón, y el algodón no engaña...

Las últimas semanas ya me esperaba en la puerta, me miraba a los ojos, me hablaba bajito, se frotaba contra mis piernas mientras les preparaba la comida y venía conmigo y su compi a la azotea a tomar el aire. 

La vida es una sauna, me la suda todo

Cuando me iba, siempre se quedaba en una silla del balconcito donde el sol le calienta sin darle directamente. Es decir, el mejor sitio de la casa. Ya lo dice el refrán: Sabe más el diablo por viejo que por diablo. 

Hablarme despacito que estoy dormidito...

Con su compañerita, la relación fue muy distinta. Cattita tiene 6 años y es una bolita de mimos, juegos, ronroneos y aquí-te-esperos. Desde el minuto uno, nos hicimos amigas. Por una cuestión sencilla: yo soy la que señora de los piensos y con eso está todo dicho. La peque es una listilla que, o bien por la ansiedad de quedarse en casa sin su ama o por pura manipulación a una servidora, devoró sin pausa entrando en carnes el primer mes como una prima donna retirada. 

Dicen que tomar el sol adelgaza, ¿o es cosa de mi raza?

Matilda, su ama amorosa, me advirtió que estaba cebándola como un pavo de Pascua, así que tomé cartas en el asunto. Además de controlarla como un poli de guardería para evitar que cambiara de plato,

El que cambie de plato, se la verá conmigo un rato

le diseñé una tabla de Pilates para recuperar la línea y meterla en cintura. Trabajamos bajo la red con cinta, a lo Spiderman entre rascacielos...

Jugamos al escondite los lunes al sol...

Hicimos estiramientos con aparatos...

En decir, la hice pasar por el tubo más de una vez...

Aunque parece que cada uno iba a lo suyo, hubo preciosos momentazos de amor total, como un par de Brangelines. 

Mi abu es mío, o sole mío

¿Y tú que miras, Mirona Ryder?

Hazme sitio en la caja que no encajo...

En mi cama nadie es como él...

En definitiva, pasé un maravilloso verano felino. Me quedé con ganas de más... Más gatos, más cat-sitter. Así que antes de llevar a vuestros gatos a un hotel de mascotas en MVD, hablad conmigo. Es mejor que ellos se queden en su casa tranquilos, con sus cosas, sus sitios favoritos, su entorno y alguien que los atienda y entienda. 

Yo misma sin ir más lejos.